21.11.2013 |
ES |
Diario Oficial de la Unión Europea |
C 341/16 |
Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre «Seguridad alimentaria y bioenergía» (Dictamen de iniciativa)
2013/C 341/04
Ponente: Franco CHIRIACO
El 14 de febrero de 2013, de conformidad con el apartado 2 del artículo 29 de su Reglamento interno, el Comité Económico y Social Europeo decidió elaborar un dictamen de iniciativa sobre el tema:
Seguridad alimentaria y bioenergía
La Sección Especializada de Agricultura, Desarrollo Rural y Medio Ambiente, encargada de preparar los trabajos en este asunto, aprobó su dictamen el 3 de septiembre de 2013.
En su 492o pleno de los días 18 y 19 de septiembre de 2013 (sesión del 18 de septiembre de 2013), el Comité Económico y Social Europeo aprobó por 173 votos a favor, 3 en contra y 13 abstenciones el presente dictamen.
1. Conclusiones y recomendaciones
1.1 |
El Comité Económico y Social Europeo (CESE) considera que el tema de la seguridad alimentaria debe situarse en el centro de las políticas de la Unión Europea como condición previa a una estrategia de estabilidad mundial. |
1.2 |
En el marco del debate «alimentos contra combustibles», el CESE, aunque coincide con la Unión Europea en la necesidad de reducir la dependencia de las importaciones de combustibles fósiles, pide a la Comisión que sitúe en primer plano la seguridad del abastecimiento alimentario, la defensa del territorio, la competitividad de la agricultura europea y el uso de los terrenos (1) en una estrecha relación entre garantía de la seguridad alimentaria y producción de bioenergías (2). |
1.3 |
El CESE considera que el futuro de la Unión Europea deberá basarse en la sostenibilidad social, económica, ambiental y la producción de energías renovables deberá vincularse estrechamente al logro de estos objetivos. |
1.4 |
El CESE está de acuerdo con la decisión de la Comisión de incluir en las Directivas 98/70/CE y 2009/28/CE disposiciones vinculantes sobre los cambios en el uso de los terrenos, ya que los biocombustibles actuales se producen a partir de cultivos agrícolas. |
1.5 |
El CESE confirma lo ya manifestado en el Dictamen TEN/502 (3) pero expresa su contrariedad por la decisión de la Comisión de evaluar el «impacto indirecto de los cambios en el uso del suelo» de las fuentes energéticas fósiles y de origen biológico, considerando solo el equilibrio de gases de efecto invernadero e infravalorando cuestiones como la seguridad del abastecimiento y la repercusión de los combustibles fósiles. |
1.6 |
El CESE está de acuerdo con la propuesta de la Comisión de limitar, teniendo en cuenta las inversiones ya realizadas, la producción de biocombustibles a partir de cultivos alimentarios y apoyar con incentivos los combustibles «avanzados». No obstante, considera que la producción de combustibles de segunda generación, que utilizan madera y paja, podría reducir los ciclos de absorción del carbono causando así un aumento del anhídrido carbónico (4). |
1.7 |
En opinión del CESE, la evaluación sería distinta si para la producción de biocombustibles se utilizasen también como materia prima microalgas, que si bien no son aún una realidad comercial, en perspectiva reducirían, a diferencia de los combustibles de primera generación, las preocupaciones relativas a la competencia por el suelo y los recursos hídricos. |
1.8 |
En estos temas el CESE confirma plenamente las conclusiones de la Conferencia sobre seguridad alimentaria que organizó en 2011: «la producción de biocombustibles deberá atenerse a los principios comunes y someterse a los estudios de impacto ambiental, en los que participará estrechamente la comunidad local, lo que garantizará que se pueda tener debidamente en cuenta la cuestión del derecho a la alimentación». |
1.9 |
Con esta evaluación el CESE sugiere a la Comisión que adopte a escala europea instrumentos como los operator level indicator, para evaluar las repercusiones potenciales de proyectos de bioenergías sobre la seguridad alimentaria de los Estados miembros. |
2. Observaciones generales
2.1.1 |
El sistema energético está atravesando una fase de grandes dificultades a escala internacional debidas no solo a la crisis económica mundial, sino sobre todo a la situación geopolítica de los países del norte de África y Oriente Medio. |
2.1.2 |
Para el año 2009 la OCDE estimó que la reducción del consumo energético alcanzó un 4,4 % a escala global, un 5 % en los Estados Unidos y un 5,5 % en la UE, mientras que en los países no pertenecientes a la OCDE la demanda creció un 2 %. A esta evaluación hay que sumar el incidente de la central nuclear de Fukushima de Japón, que impulsó a algunos Estados, entre ellos Alemania, a abandonar la producción de energía nuclear. |
2.1.3 |
En la actualidad, Europa importa el 80 % del petróleo, el 60 % del gas natural y el 40 % del carbón necesarios para satisfacer sus necesidades energéticas, estimadas en 1 583,3 Mtep (Nomisma). Las fuentes energéticas no renovables representan el 91 % (petróleo 36,6 %, gas natural 24,5 %, carbón 15,7 %, energía nuclear 13,6 %) y las fuentes renovables el 9 % (6,1 % biomasa, biogás, residuos municipales, 1,7 % energía hidroeléctrica, 0,7 % energía eólica, 0,3 % energía geotérmica, 0,1 % fotovoltaica y solar). |
2.1.4 |
Europa depende cada vez más de las importaciones de energía. En 2030 la UE-28 importará el 84 % del gas natural, el 59 % del carbón y el 94 % del petróleo (EREC) que necesita. Tomando como referencia el año 2009 los transportes son el sector con el consumo energético más alto con un 33 %; el sector de la vivienda representa el 26,5 %, el sector industrial, el 24,2 %, los servicios, el 14 %; y, por último, la agricultura, el 2,3 %. |
2.1.5 |
Los objetivos que la UE se propone alcanzar se pueden sintetizar como sigue:
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2.2 El cambio en las políticas energéticas
2.2.1 |
En los últimos años, el sistema energético basado en el uso de fuentes fósiles ha mostrado muchos aspectos críticos que ponen en entredicho su sostenibilidad futura y la seguridad de abastecimiento, así como la necesidad de proteger las fuentes energéticas seguras en un sistema controlado de importación de la energía. Dado el continuo aumento de la demanda de energía (AIE), el inevitable agotamiento en el futuro de la producción de recursos fósiles pone en peligro la capacidad de satisfacer las crecientes necesidades energéticas. Este agotamiento se debe a que los recursos fósiles no son renovables; su proceso de trasformación exige plazos extremamente largos, incompatibles con las exigencias energéticas de la sociedad contemporánea. |
2.2.2 |
Los principales tipos de energías renovables son:
Estas opciones no agotan todo el panorama posible, sobre todo en lo que respecta a los resultados de la investigación científica. |
2.2.3 |
Las bioenergías pueden definirse como la energía obtenida de la biomasa que, clasificada en función de su estado físico, puede dividirse en:
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2.2.4 |
Una fuente de energía renovable que ha desarrollado ya un uso energético eficiente está representada por las biomasas. Por biomasa se entiende toda sustancia de origen orgánico que durante el proceso de fotosíntesis clorofílica haya acumulado directa o indirectamente energía solar. La biomasa se deriva de cultivos energéticos o residuos orgánicos procedentes de productos forestales y de la transformación tecnológica de los productos agrícolas. |
2.2.5 |
A escala global, en torno al 50 % de los residuos potencialmente disponibles proceden del sector forestal y otro 50 %, del sector agrícola, en el que tienen especial importancia las instalaciones alimentadas con biomasa agropecuaria (AIE). |
2.3 Iniciativas de la Unión Europea para el desarrollo de las energías renovables
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Protocolo de Kioto, que entró en vigor el 21 de marzo de 1994; |
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Programa Altener de fomento de las energías renovables (Decisión del Consejo 93/500/CEE); |
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Libro Verde sobre las fuentes de energía renovables (1996); |
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Libro Blanco que fija el objetivo de utilizar el 12 % de energía proveniente de fuentes renovables en 2010; |
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Directiva 2001/77/CE relativa a la promoción de la electricidad generada a partir de fuentes de energía renovables; |
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Directiva 2003/30/CE relativa al fomento del uso de biocarburantes; |
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Directiva 2003/96/CE por la que se reestructura el régimen comunitario de imposición de los productos energéticos y de la electricidad; |
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COM(2005) 628 final – Plan de acción sobre la biomasa; |
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COM(2006) 34 final – Estrategia de la UE para los biocarburantes; |
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Libro Verde: «Estrategia europea para una energía sostenible, competitiva y segura» (2006); |
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Paquete clima-energía (20-20-20), Consejo Europeo, 9 de marzo de 2007; |
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Directiva 2009/28/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de abril de 2009, relativa al fomento del uso de energía procedente de fuentes renovables y por la que se modifican y se derogan las Directivas 2001/77/CE y 2003/30/CE (Texto pertinente a efectos del EEE); |
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Comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento Europeo – Programa de trabajo de la energía renovable: Las energías renovables en el siglo XXI: construcción de un futuro más sostenible COM(2006) 848 final; |
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Comunicación de la Comisión – El apoyo a la electricidad generada a partir de fuentes de energía renovables SEC(2005) 1571 – COM(2005) 627 final. |
3. Observaciones específicas
3.1 Bioenergías y problemáticas socioeconómicas
3.1.1 |
La incidencia socioeconómica de las bioenergías depende en buena parte de su coste: incentivos, costes debidos a carencias estructurales y a beneficios: proveedores, efecto sobre el PIB, reducción del CO2, efectos sobre el empleo, reducción de los riesgos vinculados al precio del combustible, pérdida de costes de eliminación de residuos, producción de fertilizantes y otros subproductos (Althesys). Además, cuando los precios del petróleo superan los 70 USD por barril, la producción de bioenergías resulta competitiva. |
3.1.2 |
El actual sistema productivo de biomasa para fines energéticos tiene efectos sobre el territorio, la economía, los precios y la sociedad en su conjunto. El CESE considera que esos efectos deben evaluarse para corregir ineficiencias y falseamientos. |
3.1.3 |
El CESE considera que el desarrollo de las bioenergías tiene repercusiones sobre la seguridad alimentaria por motivos estrictamente asociados a los precios y los factores territoriales. El primer efecto sobre los precios se deriva de la demanda de biocombustibles, ya que los mercados de la energía son más grandes que los agrícolas en términos de valores. Los precios de la energía determinan los precios agrícolas de los cultivos energéticos, ya que la demanda de energía asociada a los productos agrícolas determina el precio mínimo del azúcar, el maíz y la colza, así como su precio máximo, pues, de superarse, hace no competitiva la utilización de cultivos agrícolas en comparación con otras fuentes de energía como la eólica, la fotovoltaica y la geotérmica. Se recuerda asimismo el problema general que genera el hecho de que los precios energéticos más elevados hacen aumentar el coste de los factores de producción agrícola. |
3.1.4 |
Las bioenergías se presentan como una solución posible, que podría estimular zonas económicamente deprimidas e infrautilizadas desde el punto de vista agrícola, en particular desarrollando los sectores en las distintas fases de producción, cosecha, transporte y transformación. También desde el punto de vista económico y del empleo es posible identificar objetivos positivos: según la Comunicación de la Comisión titulada «Plan de acción sobre la biomasa» (COM(2005) 628 final), el empleo directo en 2010 ascendió a 300 000 nuevos puestos de trabajo, en especial en las zonas rurales. |
3.1.5 |
El empleo de superficies boscosas para fines energéticos puede permitir la recuperación de «comunidades territoriales» agroforestales, con una mayor vigilancia del territorio y protección de las zonas arboladas. Además, se podría reforzar la capacidad de los ecosistemas forestales para desempeñar sus funciones principales, que consisten en la producción de biomasa leñosa, la protección del patrimonio natural y de la fertilidad del suelo. |
3.2 El suelo
3.2.1 |
El CESE lamenta que, tal como sucedió en el pasado con el petróleo, se realicen inversiones considerables en terceros países con vistas a explotar tierras por parte de países ricos que carecen de tierras cultivables para garantizar el aprovisionamiento de su población, por parte de multinacionales o de fondos soberanos. De este modo se produciría una «fiebre de la tierra» que podría desestructurar las comunidades rurales existentes y causar perjuicio a los recursos agrícolas y forestales de las poblaciones locales. El CESE considera que esta situación está lejos de ser un ejemplo de desarrollo sostenible en los planos económico, social y medioambiental. |
3.2.2 |
La problemática del conflicto por el uso del suelo es más acusada en el caso de los países en desarrollo o de los caracterizados por enormes territorios escasamente urbanizados (Brasil o el estado de Iowa en Estados Unidos). El concepto de conflicto por el uso de la tierra, si bien se comprende de modo intuitivo, puede expresarse de modo más explícito si se considera que, para producir 25 galones de bioetanol es necesaria una cantidad de maíz suficiente para alimentar a una persona durante un año (World Watch Institute). |
3.2.3 |
El conflicto por el uso del suelo es un problema asociado a la importación de biocombustibles por la Unión Europea y al abastecimiento alimentario en los países en desarrollo, sobre todo en los países africanos y del sudeste asiático, por las tensiones derivadas de la posesión de la tierra, dada la ausencia de catastro y de Derecho consuetudinario. |
3.2.4 |
El CESE está de acuerdo con la Estrategia de la UE para los biocarburantes (COM(2006) 34 final), esencialmente con la parte en la que se declara que es fundamental prever unas normas mínimas adecuadas en materia medioambiental para la producción de materias primas destinadas a los biocarburantes, poniendo en entredicho el uso de tierras retiradas de la producción alimentaria por su posible impacto negativo sobre la biodiversidad y el suelo. |
3.3 El agua
3.3.1 |
En un mundo cada vez más desarrollado, el uso incontrolado de los recursos hídricos se halla en constante aumento. Las causas son el aumento de la población mundial y su distribución, los cambios de costumbres en la alimentación y el peso de los biocarburantes. La actual estrategia de desarrollo de los biocarburantes agravará sin duda la crisis del agua, de forma que el acceso a los recursos hídricos podría convertirse en un factor limitador del desarrollo de la producción de materias primas como el maíz y la caña de azúcar. |
3.3.2 |
El CESE considera que, por lo que respecta a los cultivos dedicados a los biocarburantes, se debería tender hacia cultivos de secano capaces de desarrollarse también en zonas interiores y desfavorecidas, dado que para producir un litro de biodiesel se necesitan 4 000 litros de agua para la irrigación de los cultivos y durante el proceso químico de transformación. |
3.4 Medio ambiente
3.4.1 |
Existen riesgos potenciales de un uso inadecuado del suelo y, en particular, de los terrenos agrícolas, tanto para los productos alimenticios como para los productos destinados a la bioenergía, entre los que cabe citar:
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3.4.2 |
Ahora bien, el CESE considera que un uso racional del suelo, estrictamente ligado a las buenas prácticas agrícolas utilizadas en la Unión Europea, que se basan en cultivos asociados a la producción de los distintos tipos de bioenergías, puede incrementar, por el contrario, la biodiversidad y paliar la uniformización del paisaje. Para el CESE, este es un camino sin retorno en Europa. |
3.4.3 |
En este marco, es necesario apostar por los biocarburantes de segunda generación, aunque, como estos se prestan a ser gestionados desde una perspectiva industrial e intensiva, los agricultores quedarán relegados al mero papel de proveedores de materias primas, sin ninguna garantía sobre la remuneración económica. El CESE considera necesario reequilibrar el papel de los agricultores en relación con la producción y la comercialización de los cultivos energéticos a fin de favorecer las organizaciones de productores en todo el sector, ya que estas últimas pueden desempeñar desde ahora un papel determinante en la negociación de contratos equilibrados con los mercados posteriores. |
3.5 La apuesta europea por las bioenergías
3.5.1 |
El recurso a cultivos energéticos terrestres a gran escala requiere una gestión sostenible de los terrenos forestales y agrícolas. La producción de biomasa con fines energéticos presenta una relación positiva con el medio ambiente solo si se realiza de un modo adecuado. Por ejemplo, el abandono de las zonas rurales ha favorecido la aparición de factores naturales desestabilizadores. Los terrenos no preservados mediante actividades humanas positivas pueden presentar un alto riesgo de corrimientos de tierras, desertización e incendios. |
3.5.2 |
El CESE considera que, para favorecer el desarrollo integrado de las bioenergías en el territorio, es necesario desarrollar un modelo de generación distribuida y sectores energéticos cortos, con plantas de pequeñas dimensiones que transformen la biomasa producida a escala local, con las consiguientes ventajas desde el punto de vista del impacto ambiental y por la posibilidad real de una participación directa de los agricultores en el sector (individualmente o a través de asociaciones). |
3.5.3 |
El CESE aprueba las directrices de buenas prácticas para los distintos cultivos energéticos presentadas por la Agencia Europea de Medio Ambiente como:
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3.5.4 |
El CESE considera que el desarrollo de una agricultura energética correcta puede favorecer una presencia constante del hombre en el territorio, lo que garantizará la vigilancia de éste y la valorización de los recursos, en particular de los forestales. |
3.5.5 |
Además, en el sector agrícola, las producciones bioenergéticas se presentan como un complemento parcial y controlado a las producciones agroalimentarias, contribuyen a diversificar los canales comerciales, facilitan el paso a una agricultura cada vez más competitiva y ofrecen soluciones no conflictivas en lo que respecta a la asignación de productos agrícolas por los nuevos Estados miembros. |
3.6 Sistemas de control de calidad de las producciones bioenergéticas
3.6.1 |
Se utilizan métodos muy variados para estudiar el impacto ambiental de las bioenergías. El CESE citará dos:
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3.6.2 |
Al estimar el impacto ambiental, la LCA (life cycle assessment, evaluación del ciclo de vida) permite determinar y cuantificar las cargas energéticas y ambientales, concretas y potenciales, existentes en las distintas fases del ciclo de producción y consumo de las bioenergías. Esta técnica permite comparar el perfil medioambiental de las distintas bioenergías con el de las energías fósiles que desempeñan funciones análogas. |
3.6.3 |
El CESE considera coherente con los principios expuestos la posición de los países adheridos al«Global Bioenergy Partnership», entre ellos los Estados Unidos y China, que han firmado un acuerdo internacional sobre el control del uso de los biocarburantes y las consecuencias sobre el medio ambiente y el equilibrio alimentario. Cada Estado será capaz de medir la sostenibilidad ambiental de las bioenergías utilizando 24 criterios e indicadores voluntarios. |
3.6.4 |
En este marco, el CESE considera que, al utilizar las tierras excedentarias para la producción de materias primas destinadas a las bioenergías, hay que identificar no solo las exigencias medioambientales, económicas y sociales, sino también comprobar, a través del factor ILUC (indirect land use change) si la tierra destinada a los cultivos energéticos puede provocar un aumento de CO2. |
3.6.5 |
El CESE aprueba la elección de la Comisión de vigilar los riesgos derivados de los biocarburantes en el sistema de transportes (Directiva 28/2009), de limitar la parte de los biocarburantes y los biolíquidos en el marco de cultivos con fines alimentarios, en función del grado de madurez de las distintas tecnologías y de incentivar la producción de bioenergías a partir de productos que no generan nuevas demandas de suelo, como la combustión de residuos urbanos. |
3.6.6 |
El CESE considera que la utilización de biocombustibles de primera generación no debe impedir que la Unión Europea invierta en la investigación de nuevas fuentes limpias de energía (5). |
Bruselas, 18 de septiembre de 2013.
El Presidente del Comité Económico y Social Europeo
Henri MALOSSE
(1) DO C 198, 10.7.2013, pp. 56-66.
(2) DO C 110, 9.5.2006, pp. 49-59.
(3) DO C 198, 10.7.2013, p. 56-66.
(4) DO C 198, 10.7.2013, P. 56-66.
(5) DO C 271, 19.9.2013, p. 111-115