Denis Mukwege – 2014, República Democrática del Congo

© Courtesy of Stichting Vluchteling
El médico congoleño Denis Mukwege ha dedicado su vida a la rehabilitación de decenas de miles de víctimas de violaciones y otros actos brutales de violencia sexual, así como a ayudar a muchas otras personas que viven bajo esta amenaza.

Nacido en Bukavu en 1955, estudió Medicina y fundó el servicio de ginecología del hospital de Lemera, en la parte oriental de la República Democrática del Congo, que quedó destruido en 1996 con el estallido de la guerra. Mukwege regresó huyendo a Bukavu y construyó un hospital con tiendas de campaña, que contaba con un pabellón de maternidad y un quirófano, pero todo ello fue destruido en la segunda guerra del Congo en 1998. Sin dejarse amedrentar, reconstruyó su hospital en Panzi, trabajando durante muchas horas y formando a sus empleados en el tratamiento de las mujeres víctimas de los combatientes, que las habían declarado su «enemigo común». Desde la reapertura del centro en 1999, Mukwege ha tratado a decenas de miles de mujeres. La primera víctima de violación admitida en el centro presentaba heridas de bala en genitales y muslos. En cuestión de semanas, acudieron al hospital decenas de mujeres denunciando haber sufrido violaciones y torturas.

Mukwege goza de reconocimiento internacional como experto en reparación de los daños patológicos y psicosociales causados por la violencia sexual. El hospital de Panzi que dirige ofrece atención psicológica y física, y en él también se ayuda a las mujeres a que desarrollen nuevas competencias para ganarse la vida, puesto que muchas sufren el rechazo de sus comunidades. Se apoya a las niñas para que vuelvan a la escuela y se ofrece asistencia jurídica a aquellas personas que deseen obtener una reparación por vía judicial.

Mukwege se convirtió en un defensor acérrimo de las mujeres victimizadas cuando reconoció, en la mesa de operaciones, a una joven a quien él mismo había ayudado a nacer en el hospital de Panzi. Para Mukwege este fue un momento crucial que lo impulsó a ir más allá de la medicina y alzar la voz para defender, en su país y en el extranjero, el fin de la violencia que arrasa los recursos naturales de la República Democrática del Congo. Él mismo se convirtió en víctima de la violencia en 2012, cuando su domicilio fue asaltado por hombres armados que retuvieron a sus hijas a punta de pistola. Aunque su guardaespaldas y amigo falleció, él consiguió escapar y huir con su familia a Suecia y, posteriormente, Bélgica. En 2013 regresó a la República Democrática del Congo cuando un grupo de mujeres, que vivía con menos de un dólar al día, reunió fondos para comprarle el billete de vuelta.

Mukwege vive ahora en el hospital de Panzi a pesar de las continuas amenazas de muerte que recibe. Mukwege ha creado también la fundación que lleva su nombre, que brinda apoyo a una red mundial de supervivientes de violencia sexual. Ha participado activamente en el proceso legislativo del Parlamento que desembocó en la aprobación por la Unión de un Reglamento sobre minerales en zonas de conflicto, llamado a impedir la exportación a Europa de determinados minerales y metales procedentes de estas zonas.

Desde 2008, Mukwege ha recibido docenas de premios en reconocimiento de su trabajo, incluidos el Premio de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (2008), el Premio de la Paz de Seúl (2016) y el Premio Nobel de la Paz (2018). Ha recibido asimismo títulos honoris causa de la Universidades de Edimburgo y Harvard. El documental The man who mends women - the wrath of Hippocrates (El hombre que repara a las mujeres: la cólera de Hipócrates), de 2015, ilustra su vida y su labor. La película fue subtitulada en todas las lenguas oficiales de los Estados miembros de la Unión con el apoyo del Parlamento Europeo. En marzo de 2020, el doctor Mukwege fue nombrado coordinador de la labor del Comité Sanitario Regional de Kivu del Sur en respuesta a la pandemia de COVID-19.