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Lucía Martín (Colaborador de idealista news) ,

Sus manos están detrás de la única obra española que ha formado parte de la exposición de conmemoración del 90 aniversario de Mickey Mouse, Mickey: The True Original Exhibition. Se llama Javier S. Medina, trabaja el esparto y tiene un pequeño taller en el barrio madrileño de Malasaña.

En esta serie sobre oficios artesanos relacionados con la construcción, la arquitectura y el diseño, no podía faltar un tema relacionado con la decoración: porque una casa no sería un hogar si no fuera por nuestro toque personal, que le damos cuando elegimos el mobiliario, pero también los elementos decorativos.

Y de decoración va este artículo, de unos elementos decorativos muy concretos: de trofeos ecológicos de esparto. Más en concreto, de cabezas de animales, como las de los trofeos de los cazadores, pero realizadas en esparto, que son las que confecciona Javier S. Medina, artesano extremeño afincado en Madrid.

Desde su pequeño taller del barrio de Malasaña (se le ha quedado tan pequeño que en breve abrirá otro local cerca), salen cabezas en distintos tamaños de cabras, toros, búfalos, caballos, ovejas, burros, rinocerontes… Unas con crines, otras con lana, algunas con cuernos de madera… “Una vez me pidieron que hiciera un cerdo de esparto, pero cuando no lo veo, si no me gusta el resultado, no lo hago”, explica Medina.

Todas las que se ven expuestas en el taller están ya vendidas, no crea que podrá entrar y llevarse una: el taller tiene una lista de espera de unos dos meses. ¿Y este éxito? ¿Era de prever? Lo cierto es que Javier no se dedicaba antes a la artesanía: era el dueño de un gimnasio en Badajoz: “Pero siempre fui muy creativo, desde pequeñito, aunque lo veía más como un hobby. Nunca pensé que fuera a dedicarme a ello. Cuando dije que dejaba mi negocio para dedicarme a esto me tacharon de loco”, confiesa.

Medina empezó a mover en redes sociales, sobre todo en Instagram, sus espejos y, después, las cabezas de esparto. Acudieron revistas de decoración, interioristas, clientes… De hecho, no suele ser inhabitual que por su local desembarque algún famoso seguido de un ejército de paparazzis: “Mi mejor embajadora ha sido y es Sarah Jessica Parker. Es una buena clienta, muy generosa, ha venido varias veces, me sigue en redes y ahora que estuve en Los Ángeles coincidí de nuevo con ella”.

Lo de elegir el esparto es un homenaje a su tierra, donde su abuelo confeccionaba persianas de esparto para proteger las casas del calor del verano. “Y lo de las cabezas también. Empecé con los espejos decorativos de fibra y luego surgió lo de los trofeos. Es una manera de poner en relieve nuestra identidad, quiénes somos, de dónde venimos”, dice mientras trabaja en este pequeño taller en el que todo lo que se ve está hecho en casa. “Mi padre, un zapatero ya jubilado, nos ayuda. En realidad empecé yo solo pero ahora se ha convertido en un negocio familiar, mi hermano también está aquí conmigo. Y todo lo que ves lo hemos hecho aquí: las cortinas de la puerta, mi madre. Las estanterías las he hecho yo, esas sillas las he restaurado yo también”, explica. Hasta el delantal de cuero que luce y también vende, es obra de la casa: “Lo diseñé yo y lo confecciona mi padre”.

Medina puede presumir de haber sido el único artista español en exponer obra, en concreto, unas manos de esparto, en la exposición conmemorativa del 90 aniversario de Mickey Mouse: le contactaron desde Walt Disney y le propusieron participar. “Me enviaron una lámina, de edición limitada, que yo guardé sin más porque no entendí que querían. Hasta que me llamaron desde su filial en España”.

Le gustaría llevar el esparto a cualquier proyecto, por ejemplo, a la moda. En el nuevo local que abrirá lleva intención, por ejemplo, de impartir talleres sobre esta fibra que va cambiando de color con el paso del tiempo: de verde pasa a marrón y posteriormente, a amarilla. Y como curiosidad, si se la moja huele a cuadra, a animales, otro homenaje a los pueblos, al entorno rural. “El esparto es un material muy noble, muy cálido, me recuerda mi niñez”.

Artículo escrito por la periodista Lucía Martín, colaboradora en idealista/news

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