El Grupo de Trabajo de Alto Nivel que se ocupa de estudiar el proyecto del futuro euro digital (CBDC[i]), en el BCE, hará una propuesta a finales de septiembre de 2023. El Consejo de Gobierno del BCE tomará una decisión a finales de 2023. El objetivo previsto inicialmente es su implantación en otoño de 2026. A día de hoy las características, y alcance de implantación, del futuro euro-digital se desconocen.
La declaración de principios sobre la finalidad de esta moneda digital la encontramos resumida en la respuesta que Bukhard Balz[ii] dio el pasado 29 de diciembre de 2022, en una entrevista para la publicación Handelsblatt: “Como bancos centrales de la zona del euro, nuestro objetivo es proporcionar a los ciudadanos el mejor producto posible. Hasta ahora solo pueden acceder al dinero del banco central en forma de billetes y monedas. En un mundo que se está volviendo cada vez más digital, nos preocupamos por brindar a las personas la oportunidad de acceder digitalmente al dinero del banco central.”
Que las personas “puedan acceder digitalmente al dinero del banco central” ¿significa que cada ciudadano podrá tener una cuenta personal en el mismo? Esta es una opción que se está barajando, si bien con una fuerte oposición del lobby bancario que vería peligrar una parte importante de su negocio, como es la de “tenedor-intermediario” del dinero, actividad que se ha visto reforzada por las continuas legislaciones antiblanqueo de dinero, que obliga a realizar pagos, desde cada vez menor importe, a través de estas entidades.
El principal argumento que se da para descartar la opción de que cada ciudadano tenga una cuenta en el banco central es cuantitativa, ¿cómo va a gestionar el BCE trescientos cuarenta millones de cuentas?, ¿o el Banco de España cerca de cuarenta millones de cuentas? ¿o el de Alemania casi ochenta millones de cuentas?, etc. Sorprendentemente, esta objeción está prosperando, sin que sus defensores parezcan percatarse de que tal razonamiento choca frontalmente con la realidad de un desarrollo tecnológico capaz de gestionar cada vez más datos, más rápidamente. Si a una entidad bancaria privada se le ofreciera la posibilidad de abrir cuentas a todos los ciudadanos de la Unión Europea comprobaríamos que rápidamente desaparece el inconveniente tecnológico.
Otro argumento a favor de la posibilidad de habilitar cuentas, a todos los ciudadanos, en los bancos centrales, es la extraordinaria mejora que esto supondría en la capacidad de los distintos estados nacionales, incluso para las instituciones supranacionales, para realizar pagos directos a los ciudadanos: desde devoluciones fiscales, hasta ayudas para afrontar las consecuencias de acontecimientos catastróficos como sucedió durante la pasada pandemia, o como se ha intentado infructuosamente, en países como Alemania, para el bonus energético.
¿El futuro euro digital puede ser una amenaza para el actual modelo de banca?
La amenaza es anterior, el euro digital es fruto obligado del proceso de digitalización del sistema financiero, así como del comercio en general. La amenaza ya hace tiempo que comenzó, antes de que se implantara la primera CBDC, con la gestión de los bigdata y la incorporación de la Inteligencia Artificial al análisis de riesgos; la tecnología no solo está cambiando el funcionamiento interno de los bancos, todo el mercado está cambiando. La ola de digitalización ha traído nuevos competidores al mercado, especialmente empresas jóvenes y tecnológicamente fuertes.
La cadena de valor tradicional está migrando fuera de los bancos, como es el caso de las transacciones de pago.
El negocio bancario clásico podríamos resumirlo en:
- Primero, mediar entre los que tienen exceso de dinero y los que necesitan dinero. El dinero se transporta a donde se necesita: intermediación financiera.
- Segundo, ofrecer servicios de transacciones de pago.
- Tercero, juegan un papel clave en la creación de dinero. La digitalización en general, y el dinero digital en particular, afecta directamente a la naturaleza del actual negocio bancario. Las transacciones de pago podrían desaparecer de la cartera de negocio de los bancos, quedando el resto abierto a la competencia de nuevos operadores mucho más competitivos. Problema aparte es la regulación y supervisión de estos, lo que transformaría también la naturaleza del trabajo de las entidades reguladoras y supervisoras.
La apertura de cuentas de los particulares en los bancos centrales supondría competencia a la banca, tanto en la mera tenencia de dinero, como en las órdenes de pago. Obligarían a las entidades bancarias comerciales a desarrollar servicios para sus clientes particulares, que realmente les aportara valor añadido; de lo contrario, correrían el riesgo de huida de fondos de particulares hacia los bancos centrales, hundiendo a los menos eficientes y competitivos; una ley de mercado que parece desconocer la banca europea.
La digitalización en general, y la euromoneda digital en particular, dotaría de alternativas de mercado importantes, a los pequeños y medianos impositores, para forzar a las entidades bancarias a volcarse más en servicio al cliente, recuperando el perdido principio de que el sistema financiero se ponga al servicio de las personas y de la economía real, y no al revés, que es lo que se implantó en Europa a raíz de la crisis del 2008.
Los contras del euro digital
Contra la creación de un euro digital, con acceso a cuentas personales, sin límite, en los bancos centrales, los técnicos destacan dos riesgos, que podrían darse en casos extremos con resultados nefastos para la economía:
Uno es que, el euro digital, permitiría a los ciudadanos, en caso de tensiones en el sistema financiero, convertir sus depósitos bancarios a un día, en dinero del banco central en segundos. La denomino “iliquidez sobrevenida”.
El otro podríamos denominarlo “desintermediación estructural”, y ya lo hemos tratado anteriormente: los clientes bancarios podrían trasladar una proporción significativa de sus depósitos, o de sus cuentas corrientes, o de otro tipo, a CBDC. Para los bancos comerciales, esto significaría perder una fuente de financiación barata y estable.
Frente al primer riesgo cabe objetar que los supervisores, los gobiernos y los bancos centrales, han introducido sistemas de control para protegerse contra los “corralitos”. Una crisis de confianza que pudiera provocar una avalancha de retiradas de efectivo de los bancos, se podría controlar más eficazmente con una moneda digital que con el sistema actual, dado que las instrucciones de control y limitación de retirada de dinero tendrían efecto inmediato y afectarían por igual a todos los clientes, sin las corruptas excepciones actuales.
Frente al segundo riesgo no cabe otra respuesta que la que dimos anteriormente, “espabilar”. Una banca europea al servicio real de las personas sería una grata novedad.
Por lo visto, resulta comprensible que el mero estudio de la posible implantación del euro digital se perciba como una grave amenaza para los intereses de los gestores de los actuales bancos. Quizás esto explique la escasa difusión dada a la “Encuesta de consumidores de la zona euro”, realizada en marzo de 2022, sobre la posición de los ciudadanos frente a un futuro euro digital, que contó con una bajísima participación de ciudadanos particulares, frente a la muy alta participación de instituciones vinculadas al sector financiero, y que concluyó con la “necesidad de preservar el actual modelo bancario” ¿Cuántos de ustedes se encuentran informados de dicha encuesta?, ¿les parece fiable su conclusión?
Existe el riesgo de que el BCE, con el fin de preservar los intereses de las entidades bancarias frente a los de los consumidores, termine admitiendo la apertura de cuentas personales directas, pero con un máximo de disponibilidad temporal de 2.000 euros o 3.000 euros, habilitando las transacciones ilimitadas solo a los intermediarios bancarios. Ya se ha apuntado esta posibilidad.
Esto sería equivalente a dotar a los particulares con una capacidad operativa financiera similar o muy inferior, según los casos, a la de las actuales tarjetas de crédito. En mi opinión supondría el fracaso del euro digital y un riesgo que quizás no pueda permitirse, dada la competencia monetaria internacional.
Y es que la implantación de las CBDC abre una nueva era en la lucha por el liderazgo mundial de monedas de referencia para el comercio internacional, así como para la constitución de reservas monetarias estables, por los numerosos bancos centrales del mundo. El dólar puede perder su hegemonía mundial; el euro puede aspirar a compartir liderazgo, como hasta ahora, o a convertirse en moneda marginal.
Actualmente hay más de 100 proyectos de moneda digital en todo el mundo, algunos ya en funcionamiento: Finlandia[iii], China, Jamaica, Nigeria[iv], las Bahamas y el área monetaria del Caribe Oriental han introducido el dinero digital de sus bancos centrales.
EEUU lo asume como una opción irrenunciable; así lo manifestaba en diciembre del 2021 Lael Brainard[v]: “Dado el importante papel del dólar, es esencial que la Reserva Federal se mantenga a la vanguardia de la investigación y el desarrollo de políticas con respecto a las monedas digitales del banco central. Al igual que otros bancos centrales, continuamos evaluando las oportunidades y desafíos, así como los casos de uso de una moneda digital como complemento del efectivo y otras opciones de pago”.
Desde una perspectiva de política monetaria y cambiaria, la introducción de una moneda digital (CBDC) es una medida que salvaguardaría la función de emisión de dinero por parte del banco central, incluso en un mundo cada vez más digitalizado. Es la respuesta estable a las criptomonedas y a las monedas digitales de emisión privada.
Por otra parte, con un euro digital, los futuros pagos digitales en la zona del euro podrían realizarse independientemente de las infraestructuras de pago no europeas, algo que actualmente no es posible, dado que están en manos de grupos internacionales, principalmente norteamericanos.
“En el mercado de servicios de pago privados, hay una serie de actores importantes con gran poder de mercado. Consecuencia de ello es la dificultad, por parte de los usuarios, para arreglárselas sin recurrir a sus servicios, con el resultado directo de quedar expuestos sus datos personales al arbitrio de dichos proveedores. Un euro digital podría contribuir a la protección de los datos de pago, ya que el propio Eurosistema no tiene interés en utilizar estos datos comercialmente, e incluso se podría arbitrar instituciones de control realmente efectivo.”[vi]
¿Se podría esperar una mejor protección de la privacidad actual solo por esta razón?; la experiencia muestra que la información es poder, y las tentaciones de este no tienen por qué respetar a los responsables técnicos o políticos de dichas instituciones; chocamos con uno de los grandes retos del futuro digital, la defensa de la privacidad y con ella de la libertad de los ciudadanos.
Obviamente, ni se puede ni se debe contemplar la eliminación del uso de las monedas metálicas y del papel moneda, por parte de los ciudadanos, son la última garantía de la reserva de su intimidad.
El futuro inmediato no solo presenta la necesidad de un nuevo paradigma para las entidades bancarias, reto apasionante para el diseño estratégico; también amenaza la libertad de las personas, a través del control de sus acciones comerciales, sociales, familiares, a través de la gestión de los bigdata y de la IA, como apuntábamos líneas arriba. La implantación de las CBDC ampliaría la información aportada a bancos de datos, de control incierto. La salvaguarda de esta libertad es crucial para la supervivencia de la persona humana. Pero este es tema para otro comentario.
[i] Las CBDC representan una nueva forma de dinero que, a diferencia de las criptomonedas, son emitidas por las autoridades monetarias de los países y funcionan como una versión digital del papel moneda.
[ii] Burkhard Balz es miembro del comité ejecutivo del Bundesbank desde septiembre de 2018 y es responsable de las Direcciones Generales de Pagos y Sistemas de Compensación, Educación Económica y Diálogo Internacional entre Bancos Centrales. Es así mismo miembro del Grupo de Trabajo de Alto Nivel del BCE, responsable del informe para el diseño e implantación del euro-digital
[iii] El primer producto asociado a una moneda digital que es noticia en el mundo, según CDBC tracker, es el sistema de tarjeta inteligente Avant creado por el Banco de Finlandia en la década de 1990 (1993) y puede ser considerado el primer CBDC del mundo en entrar en producción
[iv] E-Naira se lanzó en octubre de 2020 con el objetivo de aumentar la eficiencia en los pagos transfronterizos, aumentar la inclusión financiera, facilitar las remesas y reducir la informalidad.
[v] Lael Brainard. Vicepresidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos desde 2022
[vi] Joachim Nagel “Euro digital: oportunidades y riesgos”. Conferencia especial CFS-IMFS Universidad Goethe (11.07.2022)
José Barta es experto en Estrategia de mercados, y en Gobierno Corporativo. Alertó, en el año 90, de la caída del mercado inmobiliario del 92 y, en el 2008, de la gravedad de la nueva crisis, acuñando la expresión “Tormenta perfecta”.
Para poder comentar debes Acceder con tu cuenta