Plata y piedra: Una camelia blanca colocada sobre una bandeja de plata y un pañito de encaje, a poder ser de Camariñas; eso es Oca. Y unas camelias alegres, pimpantes, descaradas, de un rotundo color rojo, suspendidas en lo que antaño fuera huerta; eso es Oca.
Un pazo que, por barroco, no puede ser más gallego, ni mas bello. Los caños de mil fuentes recuerdan el sordo sonido del chorro del pilón en las aldeas y el lento deslizar de los patos en un estanque que es, de hecho, un puro ensueño, la elegancia palaciega de la seda. Y un jardín, que a la luz incierta del invierno, conjuga todos los matices de un poema.