«A filosofía en el fondo del follaje». Eurípides se sentiría en su elemento.
Inmerso en la Galicia tropical junto a las riberas del Miño, el jardín del pazo de Pegullal responde a un trazado geométrico inmediatamente camuflado por las veladuras de una vegetación exuberante. Como surgido de un grabado antiguo, el escenario invita a considerar «lo transcendente». Paisajes de boj, escondites. La inquietante intimidad del laberinto. Misteriosos paseos semiocultos a la vista inducen a sesudas reflexiones
Pegullal evoca lo mejor del Mundo Antiguo. Un diseño propio del renacimiento italiano que busca el equilibrio de lo clásico. El jardín discurre de un extremo a otro de la casa sin perder por eso sincronía. Setos y estanques se alargan impecables en contraste con la irregularidad de la fachada. El conjunto transmite una serenidad que non es estática pues es el propio jardín el que lo impide. Los magnolios, las gardenias, las glicinias que enrojecen en abril.