Nunca lo público fue tan privado.
El jardín del pazo Quiñones de León, en Castrelos, desprende tal sensación de intimidad que el visitante tiene la impresión de estar en un jardín particular; como invitado de la familia, nada menos. Un jardín tan acogedor, que cada visitante se siente también un poco dueño; amo y señor por el tiempo de un paseo de todo cuanto le alcance la mirada... escudos, parterres, fuentes.
Y si el viajero ha tenido la feliz ocurrencia de acercarse al pazo en pleno invierno, dicha mirada se apropiará además de los chispones de color de las camelias.